viernes, 21 de marzo de 2014

Miguel Hernandez

Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!

Adios a josefina

La fantasía de un niño le lleva a imaginar que tiene una ballena en casa: cambia de tamaño, habla con ella y fantasea con viajes. A través de esta relación conocemos su vida familiar, su crecimiento y sus primeras experiencias escolares. Al desaparecer el mundo infantil, desaparece con él la ballena.

Los monstruos de la niebla

El rey Kunt, a punto de sucumbir ante el ataque de los Wendon, monstruos de la niebla, encarga al joven vikingo Erik que informe a su hijo Harold de lo sucedido. Erik huye por un pasadizo y emprende un largo viaje por tierra y mar hasta encontrar a Harold, que regresará para rescatar el reino